No recuerdo exactamente cuando empezamos a pensar en el posible viaje, sería por Septiembre o por ahí. Empezamos a valorar las posibilidades, España, Italia… Al final nos quedamos con esta última. Ahora tocaba decidir las ciudades y el sistema, podía ser por libre u organizado, viendo las ventajas e inconvenientes de ambas. Le dimos la tabarra a tol mundo, con tal de acertar lo máximo en nuestra decisión. Al final no se si salió caro o barato, si el hotel podía haber estado mejor o peor, la cosa es que salió casi de 10. Digo casi porque soy de la opinión de que la perfección no existe y porque cuando llegamos a Fuimucino, (aeropuerto de Roma) allí no nos esperaba nadie y los de Vivatours se habían “olvidao” de nosotros, lo cual produjo otro fallito después, pero que no deja de ser una mera anécdota.
Lo dicho, el día esperado llegó. A las 5.20 de la madrugada sonó el despertador, ansiosos por llegar a nuestro destino, cogimos un taxi hacia el aeropuerto. Embarcamos sin novedad, con nuestro desayuno previo. A la hora justa despegó el avión rumbo Barcelona, llegando a las 9:00. Para estar ya en nuestro Hotel Diana a eso de las 13:30. Una vez en Roma cogimos un bus que nos llevó a Termini, la estación de trenes.
Recuerdo que la 1ª sensación nada más estar en Roma no fue muy buena, pues salimos de Termini por un lateral, y como toda estación que se precie, pues no tiene muy buenas pintas que digamos. Al salir por un lateral la zona ya no era tan buena y sólo veía tiendas de chinos y musulmanes, que no es que tenga na en contra de ellos eh??. Una vez que ya llegamos a la zona del Hotel todo mucho mejor.
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